lunes, 28 de septiembre de 2015

Albrecht von Wallenstein

Albrecht von Wallenstein


Albrecht von Wallenstein por Michiel Jansz. van Mierevelt

Nacido en Heømanice, Bohemia, el 24 de septiembre de 1583, Albrecht von Wallenstein era el hijo de una familia noble de importancia menor. Inicialmente educado en la religión protestante como sus padres, fue enviado por su tío a una escuela jesuita en Olmütz después del fallecimiento de su progenitores. En Olmütz lógicamente profesó el catolicismo, aunque posteriormente, en 1599, asistió a la universidad luterana de Altdorf.

Tras pasar un período de formación académica adicional en Bolonia y Padua, von Wallenstein se unió al ejército de Imperio Sacro Romano bajo el mando del emperador Rodolfo II. Combatió contra los otomanos y los rebeldes húngaros, y fue felicitado gratamente por sus servicios en el sitio de Gran.

Tras regresar a su hogar en a Bohemia, se casó con una viuda rica, Lucretia Nikossie von Landeck de quien a su muerte, en 1614, heredó su fortuna y hacienda en Moravia. Albrecht von Wallenstein utilizó todo el caudal económico para comprar influencia en las altas esferas de la corte. Después de reclutar en su nombre  una esplendida compañía de caballería formada por 200 jinetes, se presentó al archiduque Fernando de Styria para ofrecer su servicio en la lucha contra los venecianos. En 1617, von Wallenstein se casó con Isabella Katharina. La pareja tuvo dos hijos, aunque solamente su hija, sobrevivió a los años de infancia. Con el estallido de la guerra de los treinta años en 1618, von Wallenstein declaró su apoyo a la causa imperial.

Obligado a huir de sus tierras en Moravia, pudo no obstante llevarse el dinero de la provincia a Viena, y allí tras equipar un regimiento de coraceros, von Wallenstein se unió al ejército de Karel Bonaventura Buquoy donde prestó servicio contra los ejércitos protestantes de Ernst von Mansfeld y Gabriel Bethlen.

Obteniendo reputación como brillante comandante, von Wallenstein fue capaz de recuperar sus tierras después de la victoria católica en la batalla de montaña blanca de 1620. También se vio beneficiado por el favoritismo de Fernando que ascendió al puesto de emperador  del Sacro Imperio Romano Germánico en 1619.


Batalla de Montaña Blanca 1620

A través de la influencia del emperador von Wallenstein fue capaz de adquirir las grandes haciendas que habían pertenecido a la familia de su madre así como la compra de enormes extensiones de tierras confiscadas. Añadiendo estas últimas tierras a sus propiedades, reorganizó el territorio y lo renombró como Principado primero y posteriormente Ducado de Friedland. Además, los éxitos militares comportaron el título de conde palatino otorgado por el emperador en 1622 y el de príncipe un año más tarde. Con la entrada de los daneses en el conflicto, Fernando se encontró sin un ejército bajo su control para oponerse a los nuevos enemigos ya que mientras el ejército de la Liga católica estuviese en el campo, pertenecería a Maximiliano de Baviera.

Aprovechando la oportunidad, von Wallenstein se acercó al emperador en 1625 y le fue ofrecido un ejército entero en su nombre. Elevada su posición a duque de Friedland, von Wallenstein contaba inicialmente con una fuerza de 30.000 hombres. El 25 de abril de 1626, von Wallenstein y su nuevo ejército derrotaron a las fuerzas bajo el mando de Mansfield en la batalla del puente de Dessau. Operando en conjunto con el ejército de la Liga Católica del conde de Tilly, von Wallenstein entro en campaña contra Mansfeld y Bethlan. En 1627, su ejército limpió  Silesia de fuerzas protestantes. A raíz de esta victoria, adquirió el ducado de Sagan de manos del emperador.


Albrecht von Wallenstein como Duque de Friedland

Al año siguiente, el ejército de Albrecht von Wallenstein avanzó hacia Mecklenburg para apoyar  los esfuerzos de Tilly contra los daneses. Nombrado duque de Mecklenburg por sus acciones, von Wallenstein se sintió frustrado  cuando el sitio de Stralsund fracasó, negando el acceso al mar Báltico y la capacidad de hacer frente a Suecia y a los Países Bajos en el mar. Aun se sintió más angustiado cuando el emperador Fernando anunció el edicto de restitución de 1629, por el que se pedía el regreso de varios principados al control imperial y la conversión de sus habitantes al catolicismo.

Von Wallenstein personalmente se había opuesto el edicto, y empezó  a desplazar su ejército de 134.000 hombres hacia las zonas donde se debía ejecutar dicha orden, enojando a muchos de los príncipes alemanes. Esta circunstancia se vio obstaculizada por la intervención de Suecia y la llegada de su ejército bajo el eficaz mando del rey Gustavo Adolfo. En 1630, Fernando convocó una reunión de los electores en Regensburg con el objetivo de elegir a su hijo como su sucesor. Enfurecidos por la arrogancia y las acciones de von Wallenstein, los príncipes, liderados por Maximiliano, exigieron la renuncia del comandante a cambio de sus votos. Fernando aceptó y fueron enviados correos para informar a von Wallenstein de su destino.


 Emperador Fernando II, benefactor al principio y antagonista al final de Albrecht von Wallenstein

Entregado su ejército a Tilly, Albrecht von Wallenstein se retiró a Jitschin en Friedland. Mientras permanecía en sus fincas, la guerra iba de mal en peor para el emperador. En 1631, los suecos machacaron las tropas de Tilly en la batalla de Breitenfeld. El siguiente abril, Tilly fue derrotado y muerto en Rain. Los suecos llegaron a Múnich y ocuparon Bohemia, Fernando no tuvo más opción que volver a llamar a von Wallenstein. Volviendo al servicio activo, rápidamente levantó un nuevo ejército y expulsó a los sajones de Bohemia. Después de derrotar a los suecos en Alte Veste, se encontró con ejército de Gustavo Adolfo en Lützen. Era el 16 de noviembre de 1632.

En la batalla, el ejército de von Wallenstein fue derrotado pero el rey Gustavo Adolfo murió y los suecos sólo obtuvieron una victoria pírrica. Von Wallenstein no explotó la muerte del rey escandinavo, sino más bien todo lo contrario al retirarse a los cuarteles de invierno, hecho que consternó al emperador. Cuando  comenzó la campaña siguiente, en 1633, von Wallenstein descoloca a sus superiores evitando enfrentamientos con los protestantes. Esta actitud en gran parte se debía a su enfado hacia sobre el edicto de restitución y al comienzo de sus negociaciones secretas con Brandemburgo , Sajonia, Suecia y Francia para poner fin a la guerra. Aunque poco se sabe sobre esas conversaciones, afirmó que buscaba una paz justa para una Alemania unificada.


Muerte de Gustavo Adolfo en Leutzen 1632

Aunque von Wallenstein en cierta manera siempre actuó con fidelidad hacia el emperador, también estuvo claro que buscaba engrandecer su propio poder. Tal y como se producían las conversaciones, trató de reafirmar su posición pasando a la ofensiva. Atacó a los suecos y sajones, obteniendo  en octubre de 1633 su victoria final en Steinau. Tras esta batalla, Albrecht von Wallenstein se retiró a sus cuarteles de invierno en Pilsen, fue entonces cuando las noticias de las conversaciones secretas llegaron al emperador en Viena.

Moviéndose rápidamente, Fernando aconsejado por un tribunal secreto que lo encontró  culpable de traición, firmó la orden de destitución del mando del ejército , el 24 de enero de 1634. A este hecho le siguió una amonestación pública acusándolo de traición que se publicó en Praga el 23 de febrero. Al darse cuenta del peligro, von Wallenstein abandonó Pilsen con destino a  Eger con el objetivo de reunirse con los suecos. Dos noches después de llegar, un complot se puso en movimiento con el fin de eliminar al general. Dragones escoceses e irlandeses del propio ejército de von Wallenstein capturaron y mataron a muchos de sus altos oficiales, mientras que un pequeño grupo, dirigido por Walter Devereux, asesinó a Albrecht von Wallenstein en su dormitorio. Era el 25 de febrero de 1635.


Grabado escenificando el asesinato de Wallenstein


La importancia de Wallenstein como general es una cuestión de controversia. Era fanfarrón, aficionado al escaparate y altivo; su porte era sorprendente. Prefería grandes empresas planeadas a gran escala, y tenía un extraordinario poder de atracción sobre oficiales y soldados comunes. Sin duda fue un hábil estratega, y cuando entraba en batalla estaba fresco y vigoroso. Por otra parte, llevaba las operaciones muy lentamente, a menudo estaba equivocado en la estimación de sus oponentes y realizaba con frecuencia errores fatales. Carecía casi por completo de la cualidad más importante de los grandes comandantes, la voluntad para emprender batallas decisivas. Estuvo muy influido en su conducta por astrología. Sin embargo, demostró ser un excelente administrador de los territorios personales, especialmente en Friedland y el ducado de Sagan, en Silesia. Como los más grandes conquistadores se involucraba con alegría en asuntos de estado, fue un economista muy hábil e hizo mucho para mejorar las condiciones sociales de sus territorios. Trabajó estrechamente con los jesuitas, de quien fue un gran benefactor en ese aspecto, . Medido por los estándares de su época realmente era indiferente en aspectos religiosos. Llevar a cabo la política y la guerra por motivos religiosos era desagradable a él. De manera intencionada otorgó muchos puestos importantes en su ejército a protestantes. Mostró mucha habilidad en las negociaciones diplomáticas pero finalmente también  fueron esas habilidades las que propiciaron su caída.

jueves, 24 de septiembre de 2015

La batalla de Stoke Field

La batalla de Stoke Field se libró el 16 de junio de 1487 y fue el último gran encuentro armado de la Guerra de las Dos Rosas. En esta batalla 12.000 hombres de la casa de Lancaster al mando del mismo rey de Inglaterra Enrique VII junto con el Conde de Oxford derrotaron a la hueste de 8.000 soldados de la casa de York al mando de John de la Pole, Conde de Lincoln.




Aunque Enrique VII fue coronado rey de Inglaterra en 1485, su poder y el de sus partidarios de la casa de Lancaster seguía siendo frágil y en entredicho, sobre todo para las muchas facciones de la casa de York que esperaban cualquier oportunidad de recuperar el trono.

Eduardo, Conde de Warwick, muchacho de 12 años era el pretendiente de la dinastía de York con mayores derechos pero capturado por Enrique VII se hallaba confinado en la Torre de Londres. En esos momentos, un sacerdote llamado Richard Simmons o Roger Simons descubrió a un joven llamado Lambert Simnel de semblante muy parecido a Ricardo de Sherwsbury, Duque de York e hijo del rey Eduardo IV, el más joven de los desaparecidos Príncipes de la Torre.


Enrique VII, Rey de Inglaterra

Educando al niño con maneras cortesanas, Simmons pretendía presentar a Simnel como Ricardo, Duque de York,  con el objetivo de coronarlo como rey. Más adelante, de pronto cambió sus planes tras el rumor de la muerte de Eduardo durante su encarcelamiento en la Torre. Pero tras la difusión de los rumores en referencia a que el joven Warwick realmente había escapado de Londres, planeó presentar a Simnel como el propio Eduardo. De esta manera, obtuvo apoyo de influyentes yorkistas donde se incluía a John de la Pole, Conde de Lincoln. Aunque Lincoln se había reconciliado con Enrique, disponía una demanda al trono y había sido designado como heredero real por Ricardo III antes de su muerte.

Es más que probable que Lincoln supiese que Simnel era un impostor, pero el muchacho ofrecía una oportunidad para desbancar a Enrique y así vengarse. Dejando la corte inglesa el 19 de marzo de 1487, Lincoln viajó hasta Malinas, Flandes, donde se reunió con su tía Margarita, Duquesa de Borgoña. Para apoyar el plan de Lincoln, Margarita proporcionó apoyo financiero, así como s 1.500 mercenarios alemanes dirigidos por el veterano comandante Martin Schwartz. Acompañado de un número de antiguos partidarios de Ricardo III, en los que se incluía a Lord Lovell, Lincoln navegó hacia Irlanda con sus tropas.

En Irlanda el Duque de Lincoln se reunió con Simmons que anteriormente había viajado a acompañado de Simnel. Presentaron al niño al Lord Canciller de Irlanda, Sir Thomas Fitzgerald, Conde de Kildare, y consiguieron garantizarse su respaldo así como comprobar que el sentimiento yorkista en Irlanda era fuerte. Para reforzar el apoyo, el 24 de mayo de 1487 Simnel fue coronado como  rey Eduardo VI en la catedral de Dublín. Trabajando con Sir Thomas Fitzgerald, Lincoln fue capaz de reclutar 4.500 mercenarios irlandeses ligeramente armados para su ejército. Conscientes de las actividades de Lincoln y Simnel tras ser coronado como Eduardo, Enrique VII que tenía el niño prisionero en la Torre, no hizo otra cosa que presentarlo en público para desprestigiar a sus adversarios.

Tras cruzar el mar y llegar a Inglaterra, las fuerzas de Lincoln desembarcaron el 4 de junio en Furness, Lancashire. Allí se reunieron  con distintos nobles partidarios de la casa de York y dirigidos por Sir Thomas Broughton aumentando el ejercito hasta un efectivo de 8.000 hombres. Tras una marcha dura,  Lincoln cubrió 320 Km. en cinco días y con Lowell a la cabeza derrotó el 10 de junio una pequeña fuerza real en el páramo de Branham,. Después de evadir en gran medida al ejército norte de Enrique liderado por el Conde de Northumberland, Lincoln llegó a Doncaster. Aquí la caballería de los partidarios de Lancaster bajo el mando de lord Scales luchó una acción dilatoria durante de tres días a través del bosque de Sherwood. Durante este periodo de tiempo Enrique reunió su ejército en Kenilworth y comenzó a moverse contra los rebeldes.

Sabedor que Lincoln había cruzado al Trento, Enrique comenzó el 15 de junio a moverse hacia el este, hacia Newark. Tras cruzar el río, Lincoln acampó para pasar la noche en un alto cerca de Stoke, Era una posición con el río situado a tres lados. El 16 de junio a primera hora, la vanguardia del ejército de Enrique, liderado por el Conde de Oxford, llegó en el campo de batalla para encontrarse con el ejército de Lincoln formado en las alturas. En posición a las 09:00 h., Oxford eligió comenzar la batalla abriendo fuego con sus arqueros en lugar de esperar a que Enrique llegase con el resto del ejército.


 Esquema de la batalla de Stoke Field

Gracias a la intensa lluvia de flechas sobre los yorkistas, los arqueros de Oxford comenzaron a infligir fuertes bajas en los soldados equipados con armadura ligera de Lincoln. Ante la disyuntiva de abandonar la tierra o continuar perdiendo hombres, Lincoln ordenó a sus tropas avanzar y cargar con el objetivo de aplastar a Oxford antes de la llegada de Enrique al campo de batalla. Golpeando la linea del Conde de Oxford, los yorkistas consiguieron cierto éxito al principio pero las tornas comenzaron a dar vuelta gracias a la mejor equipación tanto en armamento como en armadura del ejercito real. El combate se alargo durante tres largas horas y al final se decidió gracias a un  contraataque lanzado por Oxford.

Rompiendo las líneas yorkistas, muchos de los hombres de Lincoln huyeron quedando tan solo los mercenarios de Schwartz luchando hasta el final. En la batalla, Lincoln, Fitzgerald, Broughton y Schwartz murieron mientras Lovell huyó cruzando el río y ya nunca más fue visto.



En el campo de batalla de Stoke se quedaron alrededor de 3.000 muertos y heridos del ejercito de Enrique mientras que los yorkistas perdieron alrededor de 4.000. Además, muchos supervivientes del ejército vencido, tanto ingleses como irlandeses fueron capturados y ahorcados. Otros yorkistas capturados recibieron clemencia y escaparon tras pagar multas y confiscación de sus bienes. Entre los capturados tras la batalla se hallaba Simnel. Reconociendo que el muchacho no era más que un peón en la trama yorkista, Enrique lo indultó e incluso y le dio un trabajo en las cocinas reales. El campo de batalla de Stoke supuso el fin definitivo de la Guerra de las Dos Rosas y el asentamiento del dinastía Tudor en el trono de Inglaterra.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Batalla de Himera, 480 A. C.

Batalla de Himera, 480 A. C.


Caballería griega frente a infantes cartagineses.

En el año 480 A.C.se libró  una de las batallas más sangrientas del mundo antiguo cerca de la ciudad siciliana de Himera, entre los griegos de Siracusa y tropas cartaginesas. Los cronistas de  la época observaron como causa del conflicto el aumento de la resistencia helénica contra la agresión conjunta de los denominados por los griegos "bárbaros", en este caso persas y cartagineses o fenicios '; Herodoto nos dice que la batalla se libró el mismo día de la batalla de Salamina, mientras  Diodoro concluye que coincidió con la de las Termópilas. Los eruditos modernos rechazan cualquier interpretación de esta coincidencia como evidencia de una estrategia coordinada de persas y fenicios, aunque el hecho de que los griegos se enfrentasen en ese periodo de tiempo a la invasión persa pudo haber lanzado a los cartagineses a llevar a cabo el proyecto largamente considerado de una invasión de Sicilia.

Un poderoso  ejército púnico bajo el mando de Amílcar Magón invadió la isla siciliana, desembarcando en Panormus, actualmente Palermo, a unos 45 Km. de Himera. Según fuentes, supuestamente dicha fuerza llegaría francamente a la increíble cifra de 300.000 hombres; sin embargo, una tormenta marítima durante el viaje a Sicilia destruyó  la mayor parte de su caballería. Como era tradicional, el ejército cartaginés estaba compuesto principalmente de mercenarios: no sólo libios, iberos y ligures, sino también corsos y feroces guerreros nurágicos de Cerdeña.

Mientras Terón de Akragas (hoy Agrigento) se hallaba en la ciudad de Himera preparándose contra el inmediato asedio cartaginés, Gelón de Siracusa marchó en su ayuda con una gran fuerza. Amílcar acampó al oeste de la ciudad, dejando sus barcos varados en la desembocadura del río que riega Himera. Su ejército asoló los alrededores, y Himera fue bloqueada tanto por tierra como por mar. Terón lanzó un ataque desde Himera con la finalidad de evitar e incluso destruir los trabajos de finalización de la zanja púnica y la empalizada que protegía las naves de los invasores; al principio la salida tuvo éxito  pero este intento se encontró de inmediato con un contraataque cartaginés, y los hoplitas de Akragas y Himera se vieron obligados a retirarse dentro de los muros de la ciudad.


Gelón de Siracusa

Cuando Gelón llegó con el ejército proveniente de Siracusa de 24.000 infantes y 2.000 soldados de caballería, decidió acampar al sureste de la ciudad, en un terreno donde podía usar su caballería en masa aprovechando  la falta de jinetes por parte de Amílcar. Se produjo una batalla en las laderas  del Monte Eurako (hoy en día, Monte Sant Calogero) cuando los mercenarios bajo el mando cartaginés fueron sorprendidos por la caballería de Siracusa mientras que estaban desprevenidos y o bien fueron masacrados o bien tomados prisioneros. Los griegos obtuvieron otro golpe de suerte cuando Gelón interceptó un mensaje de Amílcar en el que pedía a Selinunte, una ciudad aliada de Cartago, el envío de un contingente de caballería. En uno de los siguientes días, Amílcar Magón intencionadamente quiso hacer un gran sacrificio a Poseidón, el dios griego del mar y por la mañana muy temprano apareció ante las naves vestido con trajes de ceremonia para oficiar una masiva inmolación de animales.


 Griegos y cartagineses en combate

En este momento,  el tirano de Siracusa envió a su caballería a lo largo de la orilla, ya que conocía por el mensaje interceptado que esperaban ayuda y cuando fueron avistados por los centinelas púnicos, les confundieron con los esperados refuerzos de Selinunte y no dieron la voz de alarma. Los jinetes de Siracusa prendieron fuego a las naves cartaginesas  y luego incendiaron el campamento enemigo, que se hallaba en  un caos total. Los hoplitas surgieron desde la ciudad en apoyo, y juntos, la pesada falange griega y los soldados de caballería quebraron la resistencia de los mercenarios cartagineses en pedazos. Abrumadoramente derrotado, Amílcar decidió, según Herodoto, autoinmolarse por fuego ; según otros autores, murió accidentalmente entre las naves púnicas incendiadas. Sin embargo, es interesante reseñar que incluso varios años después de la batalla, los cartagineses todavía consideraban a Amílcar Magón como un héroe, llegando a erigir monumentos y altares en su memoria tanto en la misma Cartago  como en las colonias.



Mapa esquematico de la Batalla de Himera, 480 A.C.

El número de prisioneros púnicos registrados en las fuentes fue tan alto que en los años siguientes se dijo que existían 500 esclavos por cada ciudadano de Akragas. Los habitantes de Siracusa celebraron la victoria acuñando una nueva moneda, el demareteion o demareción y construyendo, con el trabajo forzado de los presos – un magnífico complejo de templos dóricos a los dioses de la victoria, cuyos restos hoy en día todavía pueden ser visitados.



Demareteion.

Cartago sufrió un duro revés . Había perdido su flota de gran alcance, incendiada en parte y en parte hundida en una tormenta que azotó los barcos sobrevivientes en su trayecto de regreso a casa y ya no tenía ningún ejército mercenario a su disposición.. La invasión había sido un desastre de tal magnitud que los gobernantes cartagineses, temerosos ante la posibilidad que los griegos se hiciesen a la mar  y asaltasen su propia ciudad, enviaron embajadores a Gelón para pedir la paz. Los términos eran honorables, pero se incluyó una gran indemnización de dinero, y por ello durante 70 años ningún ejército púnico pisó suelo siciliano.


Como suele ser normal, las afirmaciones de las fuentes antiguas sobre el gran número de cartagineses caídos durante la batalla tal vez sean improbable. Sin embargo, los trabajos en las obras del ferrocarril que une Fiumetorto y Ogliastrillo han descubierto en la llanura de Buonfornello, no lejos de Termini Imerese, hallazgos que han sido descritos por los expertos como la necrópolis más grande descubierta en Magna Grecia. Ya se han identificado más de 500 enterramientos, pero un estudio calcula un total aproximado de 12.000 tumbas que datan de los siglos V y VI A.C. Futuros estudios antropológicos de los esqueletos proporcionarán  información valiosa acerca de sus vidas, referente a la dieta y enfermedades y especialmente sobre si sufrieron o no muertes violentas. Entre ellos hay enterramientos colectivos que pueden considerarse como verdaderas fosas comunes, presuntamente vinculadas a las dos grandes batallas entre griegos y cartagineses de los años 480 y 409 a. C. en la zona de la actual necrópolis de Himera.